MÁS CERVEZA POR FAVOR

¡ Qué mal está el mundo!

¡Cuánta frialdad hacia la religión, cuánto hedonismo,

cuánta mentira, cuánta injusticia, cuánta corrupción, cuánto odio, cuánta lujuria, cuánta

desvergüenza, cuánto egoísmo!

Así se quejan, y después buscan refugio en el templo, donde sueñan que son ellos los elegidos que han quedado a salvo. Vuelven a casa, procurando no entrar en el bar, para no mancharse, y esperan a la muerte entre devociones que los vuelvan impermeables a esa ola de paganismo.

¡Cuánta estupidez! ¡Cuánta ceguera! ¿Por qué no miráis el mundo con los ojos de Cristo en lugar de juzgarlo según vuestra intolerancia?

Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas “como ovejas que no tienen pastor” ¿No os da lástima que tantas almas vivan -mueran- sin Dios en sus vidas? ¿No sentís compasión de quienes viven -mueren- sumergidos en el pecado? ¿A cuántos, que no

conocen a Cristo, habéis hablado del Señor y de su Amor? ¿En cuántos bares habéis entrado? ¿Cuántas cervezas habéis bebido anegando, entre vuestras palabras de consuelo, las blasfemias de los borrachos?

“La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”

(J. Fdo. Rey)