SOLO SEMILLAS

Cuentan que un joven paseaba una vez por una ciudad desconocida, cuando, de pronto, se encontró con un comercio sobre cuya marquesina se leía un extraño rótulo: «La Felicidad».

Al entrar descubrió que, tras los mostradores, quienes despachaban eran ángeles. Y, medio asustado, se acercó a uno de ellos y le preguntó: «Por favor, ¿ qué venden aquí ustedes?» «¿Aquí? —respondió en ángel—. Aquí vendemos absolutamente de todo». «¡Ah! — dijo asombrado el joven—. Sírvanme entonces el fin de todas las guerras del mundo; muchas toneladas de amor entre los hombres; un gran bidón de comprensión entre las familias; más tiempo de los padres para jugar con sus hijos...» Y así prosiguió hasta que el ángel, muy respetuoso, le cortó la palabra y le dijo: «Perdone usted, señor. Creo que no me he explicado bien. Aquí no vendemos frutos, sino semillas.»

APLICACIÓN: El Espíritu Santo nos regala sus “frutos” pero “en semilla”, para que cada uno con nuestra ilusión y nuestra colaboración los hagamos “fructificar” .

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO son: ‘caridad, gozo, paz, paciencia, bondad, longanimidad, benignidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, castidad’ (Ga 5,22-23)