CÓMO PEDIR FAVORES A LA VIRGEN DE FORMA EFECTIVA

De San Antonio María Claret, gigante espiritual que llena todo el siglo XIX de la Iglesia española, nos cuentan sus biógrafos infinidad de anécdotas y sucesos relacionados con su ardentísima devoción a la Virgen.

Desde niño destacaba ya por su amor y piedad para con la Virgen. Siendo todavía joven seglar hubo de hacer un viaje en compañía de un buen caballero, quien observó los claros signos de devoción mariana de que, tanto en sus conversaciones como en su conducta, daba muestras el joven Claret.

El señor Portellas "así se llamaba el acompañante- admirado de su piedad, le habló de esta manera: - "Paréceme, Antonio, que eres muy devoto de la Virgen". La respuesta fue contundente: "¿Cómo no, si todo cuanto le pido me lo alcanza?" "¿Qué me dices? Explícame el modo de pedírselo". Claret le contestó: "Le pido lo que deseo con amor y confianza. Y si veo que no me escucha, me acerco más a Ella, la cojo del manto y le digo: si no me lo alcanzáis, a fuerza de tiraros, rasgaré el manto. Y entonces ya me escucha".

Hasta aquí la anécdota narrada por el diligente biógrafo.

Moraleja: Aquí tenemos una hermosa lección sobre cómo debemos orar y suplicar a María. Se nos ofrecen tres requisitos esenciales: amor, confianza y perseverancia. Esta última condición nos falla muy a menudo, pues cuando nos dirigimos a la Virgen queremos obtener un determinado favor o gracia con la mayor prontitud, y nos ponemos impacientes si no sucede así. ¿Y qué decir del amor y la confianza, como clave del fruto de la oración?

La Iglesia nos enseña a ejercitar la oración perseverante y se muestra insistentemente repetitiva en muchas de sus plegarias. Ha aprendido el aviso del Señor en la parábola del amigo importuno (Lc 11,5-8).

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