AHORA TAMBIÉN HAY PROFETAS

La Palabra de Dios en este Domingo se centra en confirmar que Jesús es el profeta que Dios anunció a Moisés.

El profeta es intermediario entre Dios y el pueblo. Transmite al pueblo la palabra de Dios, habla en su nombre.

Jesús cumple con creces las expectativas. Él es el Hijo de Dios, es su Palabra encarnada. Por Jesús, Dios nos habla de un modo nuevo.

La carta a los Hebreos afirma que, después de habernos hablado de muchas manera, en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo.

Jesús viene a restaurar la comunicación entre Dios y la humanidad, comunicación rota por el pecado. Es vital para todos escucharle.

El “hablaba con autoridad” porque su vida era coherente entre lo que decía y lo que hacía. Decía S. Pablo VI en la “Evangelii Nuntiandi”: “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio”.

El pasaje del libro del Deuteronomio establece un contraste entre el verdadero profeta y los falsos profetas. El verdadero profeta es fiel a lo que le escucha a Dios, aunque sus palabras no sean siempre halagüeñas, aunque a veces nos reprendan, nos sacudan, nos molesten, nos incomoden,…

El falso profeta habla en su nombre; trata de halagar el oído de su auditorio, no molestar, no incomodar, ni inquietar a su clientela,…

Ahora también hay profetas: Somos tú y yo que debemos hablar y ser coherentes.