SAN AGUSTÍN Y SANTA MÓNICA

La Iglesia venera el 27 de agosto a Santa Mónica, no sólo por darle vida corporal a uno de los más importantes doctores de la Iglesia, San Agustín, sino también porque fue el principal instrumento del que Dios se valió para darle a éste el do de la fe. El 28 de agosto se venera a San Agustín.


San Agustín nació en el año 354 en Tagaste, al norte de África. Su padre, Patricio, era un pagano de temperamento violento pero, gracias al ejemplo y las oraciones de su mujer, se bautizó poco antes de morir. Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y llevaba una vida absolutamente alejada de Dios, llegando a involucrarse en la secta de los maniqueos.


La intensa oración de Santa Mónica y la amistad de San Ambrosio, obispo con el que Agustín entabló amistad, jugaron un papel fundamental en la conversión de Agustín, cuando contaba con 32 años. Mónica murió a los 55 años viendo convertido a su hijo, que dejó escrito: “Si alguien me critica por haber llorado menos de una hora a la madre que lloró muchos años para obtener que yo me consagre a Ti, Señor, no permitas que se burle de mí; y, si es un hombre caritativo, haz que me ayude a llorar mis pecados en Tu presencia”.


Agustín es autor de “Confesiones”, que comprende la descripción de su conversión y la muerte de Mónica, su madre. Dicha obra fue escrita para mostrar la misericordia de Dios hacia un gran pecador, que por esta gracia, llegó a ser también, y en mayor medida, un gran santo. Murió el 28 de agosto de 430, a los 72 años de edad, de los cuales había pasado casi 40 consagrado al servicio de Dios.

“Nos hiciste, Señor, para Ti,
y nuestro corazón estará inquieto
hasta que descanse en Ti”

(San Agustín)

Ver ‘San Agustín’. Película completa (3:08:21), pinchando: AQUÍ