SAN PIO DE PIETRELCINA- 23 DE SEPTIEMBRE

“Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón”.

San Pio de Pietrelcina (Italia), entra en los capuchinos con 15 años; a los 16 años profesa como franciscano y a los 23 es ordenado sacerdote.

Asignado a San Giovanni Rotondo en 1916, vivió allí hasta su muerte. Recibió los estigmas de Cristo en 1918 y los tuvo hasta su muerte, el 23 de septiembre de 1968.

Fue beatificado por el Papa San Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999 y canonizado también por San Juan Pablo II el 16 de junio del 2002.

El Padre Pío nos enseñó a vivir un amor radical al corazón de Jesús y a su Iglesia. Su vida era oración, sacrificio y pobreza. Alcanzó una profunda unión con Dios.

Al igual que Santa Teresa de Jesús, recibió la gracia de la transverberación.

Fue un famoso confesor; pasaba hasta 16 horas diarias en el confesionario. Algunos debían esperar dos semanas para lograr confesarse con él, porque el Señor les hacía ver por medio de este sencillo sacerdote la verdad del Evangelio.

Su vida se centraba en torno a la Eucaristía y tenía una ferviente devoción por la Virgen María.

Entre los dones que recibió destacan: discernimiento extraordinario, la capacidad de leer los corazones y las conciencias; profecía: pudo anunciar eventos del futuro; curación: curas milagrosas por el poder de la oración; y bilocación: estar en dos lugares al mismo tiempo.

El Padre Pío era un conversador brillante, con la astucia para mantener en suspenso a sus oyentes. El chiste y la anécdota no eran solo sano humorismo y simple distracción, sino también una especie de apostolado: el apostolado de la alegría y el buen humor.

"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios". Esa exhortación de Cristo la recogió el nuevo beato, que solía repetir: "Abandonaos plenamente en el Corazón Divino de Cristo, como un niño en los brazos de su madre". Que esta invitación penetre también en nuestro espíritu como fuente de paz, de serenidad y de alegría. ¿Por qué tener miedo, si Cristo es para nosotros el camino, la verdad, y la vida? ¿Por qué no fiarse de Dios que es Padre, nuestro Padre?

(San Juan Pablo II, en la ceremonia de beatificación) 

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FRASES DE SAN PIO DE PIETRELCINA PARA MEDITAR

Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu

oración...

La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús,

no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle

solo con el corazón...

Si el pobre mundo pudiera ver la belleza del alma sin pecado, todos los pecadores, todos los incrédulos, se convertirían al instante.

Solo quiero ser un fraile que reza...

El tiempo transcurrido en glorificar a Dios y en cuidar la salud del alma, no será nunca tiempo

perdido.

Mi pasado, Señor, lo confío a tu misericordia, mi presente a tu amor, mi futuro a tu providencia.

No hay tiempo mejor empleado que el que se invierte en santificar el alma del prójimo.

Una sola cosa es necesaria: consolar tu espíritu y amar a Dios.

Dulce es el yugo de Jesús, liviano su peso, por lo tanto, no demos lugar al enemigo para insinuarse

en nuestro corazón y robarnos la paz.

La clave de la perfección es el amor. Quien vive de amor, vive en Dios, pues Dios es amor, como dice el Apóstol.

o amar es como herir a Dios en la pupila de Su ojo. ¿Hay algo mas delicado que la pupilar?

Haré más desde el Cielo, de lo que puedo hacer aquí en la Tierra.

Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, María. Saluda a Jesús

de mi parte.

El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir a nadie más allá de lo

que le permite la cadena. Mantente, pues, lejos. Si te acercas demasiado, te atrapará.

El sufrimiento de los males físicos y morales es la ofrenda más digna que puedes hacer a aquel

que nos ha salvado sufriendo.

Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por Dios. Sólo el

sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios mío, mirad cómo os amo.

Salvar las almas orando siempre.

Con el estudio de los libros se busca a Dios; con la meditación se le encuentra.

¡Piensa siempre que Dios lo ve todo!

Es terrible la justicia de Dios. Pero no olvidemos que también su misericordia es infinita.

El ser tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.

Cuando el alma sufre y teme ofender a Dios, no le ofende, está muy lejos de pecar.