LAS DOS VASIJAS

Un aguador tenía solo dos grandes vasijas que colgaba en los extremos de un palo y que llevaba sobre los hombros. Una tenía varias grietas de modo que al final de camino solo conservaba la mitad, mientras que la otra era perfecta y mantenía intacto su contenido. Esto sucedía diariamente. La vasija sin grietas estaba muy orgullosa de sus logros pues se sabía idónea para los fines para los que fue creada. Pero la vasija agrietada estaba avergonzada de su propia imperfección de no poder cumplir correctamente su cometido. Así que le dijo al aguador: -Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir por tu trabajo. El aguador le contestó: -Cuando regresemos a casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino. Así lo hizo la tinaja y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas; pero siguió sintiéndose apenada porque al final sólo guardaba la mitad del agua. El aguador le dijo entonces: -¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Quise sacar el lado positivo de tus grietas y sembré semillas de flores. Todos los días las has regado y yo he podido recogerlas. Si no fueras como eres, con tu capacidad y tus limitaciones, no hubiera sido posible crear esa belleza.

Todos somos vasijas agrietadas, pero siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.